Predicaciones

I        MENSAJE CENTRAL

Hoy Dios nos hablará en su palabra acerca de cómo entender lo que significa vivir en el inmerecido favor de Dios.

 

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II          INTRODUCCIÓN 

Todos queremos tener la salvación, cuando entendemos y venimos a Cristo, ¿cierto?, todos queremos tener una buena relación con Dios, queremos tener un buen matrimonio, buenas finanzas, buena salud, mucha paz y, en general, éxito en todo lo que hagamos..

Bueno, esto es a lo que podríamos llamar, de una manera simple, pero muy ilustrativa: vivir en el inmerecido favor de Dios.

Pero la pregunta es ¿Cómo ganar el inmerecido favor de Dios si no podemos hacer nada para merecerlo? Por eso es inmerecido.

Y si no podemos ganarlo ni merecerlo, ¿Cómo confiar en que lo tenemos?

Aquí está es la respuesta:

(RVR60) 2ª Corintios 5:21 21Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Porque has recibido la justicia de Dios, a través del sacrificio de Jesús en la cruz, es que puedes recibir el inmerecido favor de Dios sobre tu vida.

Tu justicia en Cristo es el fundamento sobre del cual puedes edificar tus expectativas en cuanto a recibir el inmerecido favor de Dios.

Somos como Él es

(RVR60) 1ª Juan 4:1717En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.”

Así como Jesús hoy merece bendiciones, paz, salud y todo el favor del Padre, así, ¡Tú también lo mereces!

Mediante su justicia en nosotros es que podemos ser como él es, y si Jesús es bendecido, lleno de paz, sano y lleno del favor de Dios, así también somos nosotros.

De aquí que el mensaje de hoy lleva por título: VIVIENDO EN SU FAVOR INMERECIDO. Por la obra del nuevo pacto en la cruz.

 

III         LA CORRECTA DEFINICIÓN DE JUSTICIA

Si su justicia es el fundamento de nuestro vivir en su favor, en esta primera parte quiero que entendamos, con toda claridad, cuál es la correcta definición de justicia.

El término se mal entiende porque el mundo define a la justicia y a la rectitud como un “montón” de cosas que se tienen que hacer, y en caso de cumplirlas, entonces sienten que son “justos” y “rectos”.

Y, por el contrario, si no las hacen o fallan al hacerlas, sienten que son “injustos”.

Esto tergiversa la definición y el entendimiento de lo que para Dios es la justicia.

Cuando la segunda parte de 2ª de Corintos 5:21, dice:

(RVR60) 2ª Corintios 5:21(b) 21 para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (O sea, en Cristo).”

Está diciendo que hemos sido hechos justos, no nos hicimos a nosotros mismos justos, sino que alguien más nos hizo justos, Cristo.

Fuimos hechos justos, no por nuestras obras, sino por la obra que hizo Jesús en la cruz.

Entonces, entendamos con claridad, que la justicia no se basa en lo recto o justo de nuestra conducta, sino en lo recto y justo de la conducta de Cristo durante su vida en la tierra hasta llegar a la cruz, morir y resucitar. ¿Me sigue?

Las religiones y la conducta

¿Has notado que todas las religiones del mundo se basan en la conducta humana?

Todas se fundamentan en un sistema de méritos en el que al hacer cosas como dar a los pobres, atender a los necesitados y hacer el bien a los demás, eso les pone el título de “justos y rectos”.

De hecho, se escucha muy noble, porque a la carne le gusta sentir y creer que entre más noble y sacrificadas sean nuestras obras más justos y rectos somos.

Sin embargo, Dios no mira tu nobleza o lo sacrificado de tus actos para justificarte, Él solo mira la obra de amor y sacrificio de su Hijo Jesús para hacerte justo, si tú lo crees.

Ser cristiano no tiene nada que ver con portarse bien para ser justos, sino con creer en la justicia de Jesús para poder recibirla.

Que Jesús no haya muerto en vano

(NVI) Gálatas 2:2121 No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley (de las obras), Cristo habría muerto en vano.”

Si te esfuerzas por cumplir los diez mandamientos para “sentir” que mereces la justicia, lo que haces es negar la cruz de Jesús.

Es como si pensaras que la cruz no fue suficiente para justificarte y entonces, necesitas justificarte por tus actos.

Tú sabes todo lo que Jesús padeció para darte salvación y justicia: Los golpes, los escupitajos, los látigos, la corona de espinas, los clavos, y la muerte más desgarradora que había en ese tiempo que era la muerte de cruz.   

¿Todo el sacrificio de Jesús no sirvió para nada? ¡Claro que no!

La justicia de Dios te es dada gratis. Para nosotros fue gratis, pero a Él le costó toda su sangre.

¿Cómo puedo recibir su justicia si no hice nada bueno? De la misma forma que Jesús se convirtió en pecador sin haber cometido un solo pecado.

Jesús no tenía pecado propio, lo tomó de nosotros. Nosotros igual, no teníamos justicia propia, la tomamos de Jesús.

La voz acusadora

La voz acusadora te dirá que hiciste algo mal o todo mal, te querrá descalificar, pero es en medio de esas malas acciones, cuando aparece la gracia, porque la gracia de Dios te responde cuando menos la mereces.

Nadie puede usar la gracia para mal     

Si alguien está verdaderamente bajo la gracia y entendido de lo que significa vivir bajo la justicia de Dios, nunca va a usar ese favor inmerecido para “justificar” sus acciones y seguirlas cometiendo.

Dios no puede ser burlado

Cuando alguien bajo la gracia comete un error de esta naturaleza, siempre acudirá a su Padre sabiendo que su justicia estará ahí, especialmente, cundo menos la merece.

Agradecerá el perdón de ese pecado y de esa mala acción y orará reconociendo que la justicia y el favor de Dios está sobre de él y eso lo llevará a pedir perdón a la persona que lastimó y de verdad a creer por un cambio en su conducta, que no dependerá de él sino del favor inmerecido ganado por Jesús en la cruz.

Este es el verdadero significado de la justicia de Dios en nosotros.

Te invito a que solicites las notas del predicador y lo repases, lo estudies y conviertas en oración lo que más impacte tu corazón.

 

IV         LA VERDADERA BATALLA DE LA FE

En esta segunda parte hablaremos de cuál es la verdadera batalla de la fe.

           

Diferencia entre gracia y favor

Pero antes de entrar a descubrir cuál es la verdadera batalla de la fe, quisiera empezar explicando la diferencia entre gracia y favor inmerecido.

La gracia viene de la palabra griega Charis, que se traduce como regalo inmerecido o favor inmerecido.

Así que, gracia y favor inmerecido son sinónimos, son lo mismo, solo que dicho desde posiciones diferentes, es decir, cuando hablamos de la gracia estamos hablando desde la posición de Jesús quien nos da la gracia, y cuando hablamos del favor inmerecido estamos hablando desde nuestra posición al recibirla, es decir, que al recibir su gracia se convierte en favor inmerecido para nosotros.

El ejemplo de un préstamo

Por ejemplo, si habláramos de un préstamo de dinero, el que lo da o el que presta se llama acreedor y el que recibe ese dinero se llama deudor, es el mismo acto de prestar dinero, solo que según la posición se llama diferente, acreedor al que lo da y deudor al que lo recibe.

Así pasa con la gracia, se llama gracia porque Dios la da, porque Jesús la da y se llama favor inmerecido cuando nosotros la recibimos, pero estamos hablando del mismo acto. ¿Me expliqué?

La buena batalla

Ahora sí, vayamos a ver de qué se trata la buena batalla de la fe.

(NVI) 1ª Timoteo 6:1211 Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad. 12 Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos.”

La verdadera batalla de la fe tiene que ver con la justicia y la salvación, así que esa batalla es por creer que es la fe y no las obras las que te justifican y te dan salvación y te llenan del favor inmerecido de Jesús.

(NVI) 1a Corintios 1:30 “Pero gracias a él ustedes están unidos en Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría, justificación, santificación y redención;”

Dios hizo que Jesús sea nuestra sabiduría, o sea que somos sabios por él, y así, somos justos por él, somos santos por él y somos redimidos y salvos por él.

Y para todo esto no intervienen nuestras obras en lo más mínimo, solo nuestra fe.

Esta es nuestra buena batalla de la fe, que no te engañe la carne ni el mundo haciéndote creer que es por tus acciones que serás justificado, sino solo por tu fe.

Dos tipos de justicia

Mire como concluye el apóstol Pablo la disertación acerca de la justicia por obras o por fe:

(NVI) Filipenses 3:7-9Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe.”

Así que hay solo dos tipos de justicia en la tierra: 1) La que proviene de tu obediencia y de tus esfuerzos por conseguirla y, 2) La que viene de la fe en Jesucristo.

Solo una tiene un fundamento sólido que te permite confiar todo el tiempo en acceder al favor inmerecido de Dios, incluso, cuando no te lo mereces en absoluto porque acabas de fallar.

Yo le hago una pregunta: ¿De qué quiere depender cuando lleguen esos momentos oscuros de los que hablamos la semana pasada? ¿De su endeblejusticia o de la perfecta y poderosa justicia de Jesús?

Esperemos que nos pasen cosas buenas y grandes

Hoy, gracias a lo que Jesús hizo en la cruz, puedes esperar que te sucedan cosas buenas y maravillosas.

Puedes pedirle cosas grandes a Dios y lograr el bendecido propósito que Dios tiene para ti y tus generaciones.

Su justicia te da el derecho al inmerecido favor de Dios y eso solo lo puedes ganar mediante tu fe y nunca mediante tus obras.

Así que la verdadera batalla de la fe la libramos cuando creemos que su justicia nos viene por fe y no por obras, y eso es por gracia y favor inmerecido.

 

V          TUS DERECHOS GANADOS POR EL PACTO DE CRISTO

En esta última parte del mensaje quiero que conozcamos cuáles son los derechos que ha ganado para ti el nuevo pacto de Cristo.

La historia de la humanidad está dividida por dos pactos que Dios ha hecho con el hombre: El antiguo pacto de la ley y el nuevo pacto de la gracia y su favor inmerecido.

En el antiguo pacto de la ley, Dios le dijo al hombre, en términos generales, que se esforzara por hacer obras buenas para alcanzar su gracia y su favor.

Esas obras incluían pedir constantemente perdón por sus pecados.

La ley era imposible de cumplir, así que la intención de Dios con el pacto de la ley era que el hombre fuera exhibido por la ley para darse cuenta de que por sus propias obras nunca podría ser agradable a Dios.

Te voy a mostrar tres pequeños versículos que podrán resumir toda la ley de Moisés:

(RVR60) Romanos 3:2323por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”

(RVR60) Santiago 4:1717y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.”

(NVI) Santiago 2:1010 Porque el que cumple con toda la ley pero falla en un solo punto ya es culpable de haberla quebrantado toda.”

Si te puedes dar cuenta, no había manera de cumplir nada de la ley, y, sigue sin haber manera el día de hoy de poderla cumplir.

Dios nos cambió de pacto

Este era el primer pacto, el de la ley, pero Dios nos cambió de pacto y nos llevó al pacto de su gracia y su favor, donde todo se trata de la obra de Jesús en la cruz y no de las nuestras.

(NVI) Hebreos 8:7 y 13Efectivamente, si ese primer pacto hubiera sido perfecto, no habría lugar para un segundo pacto. 13 Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer.”

El problema para el creyente viene cuando comienza a esforzarse por volver a estar bajo el viejo pacto de Moisés basado en las obras del hombre.

A la carne le gusta mucho sentir que hace lo bueno o que no hace lo malo, que no es como aquellos o como los otros, le gusta sentirse que obedece y que Dios se agrada por su sacrificio y esfuerzo, pero eso no es así.

Porque si quiere evaluarse bajo la ley, siempre vivirá en pecado, destituido de la gloria de Dios y cada vez que no cumpla con una de las 613 leyes y mandamientos del viejo pacto, estará incumpliéndola toda. 

Eso hoy lo sigue viviendo el creyente, por eso no puede creer que pueda vivir en el favor de Dios, sino que cree que él tiene que “ganárselo”.

Pero esto es ridículo puesto que su favor es in-me-re-ci-do, no se pude ganar ni merecer.

Dios reemplazó el pacto

Mire como lo dice esta versión:

(NTV) Hebreos 8:7Si el primer pacto no hubiera tenido defectos, no habría sido necesario reemplazarlo con un segundo pacto.” 

No dice mejorarlo, extenderlo o mezclarlo, dice: REEM-PLA-ZAR-LO       

Dios, sabiendo que el hombre nunca podría, desechó ese viejo pacto de la ley y envió a su Hijo Jesucristo a trasladarnos al nuevo pacto de su gracia y su favor inmerecido.

Algunos de los derechos del nuevo pacto

Y estos son algunos de los principales derechos que te otorga el nuevo pacto de la cruz:

(NVI) Salmos 103:1-5Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas.”

En el nuevo pacto tienes derecho a todo el favor de Dios sobre tu vida.

Para que te quede claro, a todo lo que Jesús tenga derecho de recibir, tú también tienes derecho, no por tus obras, solo si crees que la obra de amor de Jesús en la cruz te hizo ser merecedor de todo su favor y bendiciones.

Dios le dice a su pueblo:

(RVR60) Oseas 4:66Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento.”

Hoy, este es el conocimiento que le está faltando al pueblo de Dios, el que no debe mezclar los pactos, uno sustituyó a otro, el pacto de su gracia y su favor sustituyó al pacto de la ley de las obras humanas.

Así que si algo bendice al pueblo de Dios es conocer todos los derechos que le da vivir bajo la gracia y su favor inmerecido, eso es lo que Jesús quiere, porque esa es la razón por la que Dios lo envió a morir en la cruz: Cambiarnos de pacto.

¿Para quien opera el viejo pacto de la ley?

Entonces, ¿el pacto de la ley ya no opera? Sí, sí sigue operando, pero solo para aquel que no cree en Cristo.

Por eso es triste ver creyentes que viven vidas pesadas y cargadas, porque, aunque han decidido que Jesús sea su Señor y Salvador, son enseñados a “esforzarse por seguir viviendo bajo el pacto de la ley de Moisés”.

Tú no seas de esos y sigue escuchando los mensajes del evangelio de la gracia y del favor inmerecido de Dios.

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