Predicaciones

I        MENSAJE CENTRAL

Hemos estado enseñando acerca de los pactos que Dios ha hecho con el hombre, en especial, los últimos dos, el pacto de la ley y el pacto de su permanente favor inmerecido o pacto de la gracia, ¿cierto?

Ahora, un pacto implica dos partes y cada parte debe hacer algo para que se cumpla ese pacto.

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En el pacto de la Gracia, una parte la hace Jesús y la otra parte la hacemos nosotros.

Hoy Dios nos hablará en su palabra acerca de cuál es la parte que nos toca hacer en el nuevo pacto de la gracia y de su permanente favor inmerecido.

 

II          INTRODUCCIÓN 

La semana pasada pudimos conocer más acerca de las condiciones del pacto de la ley de Moisés para que pudiéramos tener certeza de que el mejor pacto en el que podemos vivir es el nuevo pacto de la gracia y del favor inmerecido de Dios.    

Quiero que veamos cuál es la definición de pacto.

Un pacto, dice el diccionario que es un acuerdo entre dos o más personas que obliga a ambas a cumplir una serie de condiciones.

Se parece mucho a la definición de un contrato, pero un pacto es mayor que un contrato, tienen grandes y significativas diferencias:

 

1.- Un contrato se basa en la desconfianza de las partes, por eso se tiene que firmar. Un pacto se basa en la confianza mutua entre las partes.

2.- Un contrato se basa en limitar las responsabilidades de los participantes. Un pacto se basa en la responsabilidad ilimitada de las partes.

3.- Un contrato se puede anular por consentimiento mutuo. Un pacto no se puede anular, aunque cambiaran las circunstancias.

Todo esto le aplica a todo pacto, por ejemplo, al pacto del matrimonio, para las leyes civiles es un contrato, pero para Dios, el matrimonio es un pacto, que se basa en la confianza mutua de las partes, en la responsabilidad ilimitada de ambos y que no se puede anular, aunque cambiaran las circunstancias.

Lo mismo sucede con el nuevo pacto de la gracia o del permanente favor inmerecido de Dios en el que hemos elegido vivir, ambas partes deben hacer algo para que ese pacto se cumpla.

Así que lo que sigue es entender que parte le corresponde cumplir a nuestro Señor Jesús y que parte nos toca a nosotros.

De aquí que el mensaje de hoy lleva por título: NUESTRA PARTE EN EL NUEVO PACTO. Entendiendo sus términos y condiciones.

 

III         LOS TÉRMINOS DEL NUEVO PACTO

En esta primera parte quiero que analicemos cuáles son los términos del nuevo pacto de su permanente favor inmerecido.

Vamos a la Biblia:

(NTV) Hebreos 8:6-13 “6 Pero ahora a Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, se le ha dado un ministerio que es muy superior al sacerdocio antiguo porque él es mediador a nuestro favor de un mejor pacto con Dios basado en promesas mejores. 7 Si el primer pacto no hubiera tenido defectos, no habría sido necesario reemplazarlo con un segundo pacto. 8 Pero cuando Dios encontró defectos en el pueblo, dijo: «Se acerca el día, dice el Señor, en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y de Judá. 9 Este pacto no será como el que hice con sus antepasados cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Ellos no permanecieron fieles a mi pacto, por eso les di la espalda, dice el Señor. 10 Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel en ese día, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.11 Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes, diciendo: “Deberías conocer al Señor”. Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande. 12 Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados».13 Cuando Dios habla de un «nuevo» pacto, quiere decir que ha hecho obsoleto al primero, el cual ha caducado y pronto desaparecerá.”

El viejo pacto de la ley tiene que ver con lo que tú tienes que hacer, pero el nuevo está lleno de lo que hará Dios.

Mira cuantas veces habla Dios en primera persona.

En el nuevo pacto, en vez de escribir sus nuevas leyes en frías tablas de piedra, dice que las escribirá en nuestra mente y en nuestro corazón.

Sus nuevas leyes

Pero ¿cuáles son sus nuevas leyes? Vamos a la Biblia:

(NVI) Juan 13:34-35 “34 »Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. 35 De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.”

Este es el primer nuevo mandamiento, y el segundo es:

(RVR60) Romanos 3:27-28 “27¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”

Así que las leyes de su nuevo pacto que Dios pondrá en nuestros corazones son la ley del amor y de la fe.

El amor de Dios en nuestros corazones

Vamos a ver lo que significa tener la ley del amor de Dios en nuestras mentes y en nuestros corazones.

En términos muy simples pero poderosos, cuando comienzas a experimentar el amor incondicional de Dios, a sabiendas que no te lo mereces, te enamoras perdidamente de Cristo.

Cuando te llenas de su amor, este se desborda y fluye en todas las direcciones de tu vida.

Cuando el amor de Cristo te consume ya no te absorbe la ira asesina si alguien te ofende, al contrario, tendrás la capacidad sobrenatural de perdonar a los demás.

Por eso el apóstol Pablo dijo:

(NVI) Romanos 13:9-10 “Porque los mandamientos que dicen: «No cometas adulterio», «No mates», «No robes», «No codicies», y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» 10 El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley.”

Por eso, cuando recibes el amor de Dios, no solo cumples la ley sin esfuerzo, sino que la superas.

Porque la ley te manda a que no mates a tu prójimo peo no puede pedirte que lo ames.

Lo interesante es que cuando comienzas a creer en que es Él quien se mete en tu corazón para amarte, más sentirás el impulso de amar a tus seres queridos y a no llenarte de ira por los que te ofenden.

Más querrás buscarlo a él de día y de noche, en tus oraciones y en tus conversaciones con él, así como querrás encontrarte con él en su palabra, porque sabrás que siempre te hablará.

Entre más te sepas amado por Cristo, más tendrás la seguridad de que todo lo que hay en tu corazón te lo ha puesto Dios, y podrás seguir los impulsos de tu corazón con la plena certeza de que Dios irá contigo.

Esa es la ley del amor y la fe que Dios ha dispuesto poner en nuestros corazones si estamos de acuerdo con los términos del nuevo pacto.

 

IV         LA CLÁUSULA QUE HACE QUE FUNCIONE EL NUEVO PACTO

En esta segunda parte quiero enseñarles cuál es la cláusula que hace que el nuevo pacto funcione.

El viejo pacto solo funcionaba si los israelitas obedecían la ley, pero en el nuevo pacto Dios sabe que nosotros siempre fallamos, de una forma o de otra, por eso él establece una cláusula que hará funcionar el nuevo pacto siempre, a pesar de nosotros:

Lo leímos cuando leímos los términos del nuevo pacto de su permanente favor inmerecido:

(NTV) Hebreos 8:12 “12 Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados».

El nuevo pacto funciona porque Dios dice que será misericordioso con todas nuestras fallas y nuestra falta de rectitud y que nunca más se acordará de nuestras malas acciones y de nuestros pecados.

En el viejo pacto Dios se acordaba de nuestros pecados

En el viejo pacto Dios siempre se acordaba de nuestros pecados hasta por tres o cuatro generaciones, por eso decía:

(RVR60) Éxodo 20:5 “5No te inclinarás a ellas, ni las honrarás (a las imágenes); porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,”

Dios decía que él se acordaría de tu pecado hasta por varias generaciones, pero en el nuevo pacto dice: ¡NUNCA MÁS! Nunca más me acordaré de tu pecado o de tus fallas.

¿Por qué Dios no se acuerda más?

¡La razón de esto no es porque Dios se volvió tolerante o permisivo con el pecado y la maldad! sino porque ya Dios castigó tu pecado haciendo que su Hijo, por amor a ti, cargara con todos tus pecados en la cruz.

¡No me diga que no lo enamora esto!

Si usted entiende y cree que Dios ha puesto en su mente y en su corazón la ley de su amor y de su fe, seguro pasan tres cosas:

            1.- Usted se enamorará de Cristo como nunca antes

            2.- Cuando falle, usted, en su corazón, de verdad, no quiere volver a fallar o a equivocarse.

            3.- Y cuando se equivoca y vuelve a fallar no se sentirá separado de Dios, sino que sentirá el profundo amor de Cristo y sabrá que la fe en su amor hará que pronto deje de fallar en eso que ha fallado por años.

Su amor y su perdón son incondicionales, y por eso son la cláusula que hacen que el nuevo pacto de la gracia de Cristo siempre esté operando a nuestro favor, aun cuando fallamos.

 

V          NUESTRA PARTE EN EL NUEVO PACTO DE LA GRACIA

En esta última parte hablaremos de cuál es la parte que nos toca hacer en el nuevo pacto y la que le toca a Jesús.

Empezaremos por la parte que le toca a Jesús.

A Jesús le toca la parte del que se sacrifica, del que ama sin condición, del que toma los pecados y la maldad de la otra parte.

A Jesús le toca la parte del que recibe el castigo, del que recibe puñetazos hasta que le desfiguren la cara:

(NTV) Isaías 52:13-14 “13 Miren, mi siervo prosperará; será muy exaltado. 14 Pero muchos quedaron asombrados cuando lo vieron. Tenía el rostro tan desfigurado que apenas parecía un ser humano, y por su aspecto, no se veía como un hombre.”

A Jesús le toca la parte de los latigazos en la espalda, de la corona de espinas de 5 cm.

A Jesús le tocan tres clavos de 15 cm, dos en sus muñecas y uno en sus talones.

A Jesús le toca ser levantado en una cruz para que todo mundo lo vea sufrir.

A Jesús le toca soportar seis horas, de las 9am a las 3pm, recibiendo en su espíritu todo el pecado de la otra parte del pacto, toda su maldad, toda su condenación, toda su culpa y todas sus enfermedades.

A Jesús le toca separarse unos instantes del Padre, para llevar en sí mismo, todo el castigo que le correspondía a la otra parte del pacto.

¡Oh! Y al final, la recompensa, el galardón, a Jesús le toca resucitar y ascender a los cielos lleno de gloria y poderse sentar de nuevo a la diestra del Padre, con la victoria de la vida de la otra parte del pacto, o sea, de ti.

Y tú pregunta es ¿A mí que me toca hacer?

La respuesta es: ¡A nosotros solo nos toca creer!

Esa es la parte que nos toca hacer en este nuevo pacto, solo creer. ¿No es maravilloso?

A Jesús le tocó hacer el 99% del pacto y nosotros solo nos tocó hacer el 1% que es creer.

Pero ¿creer en qué?

Creer que todo lo que hizo por nosotros en este nuevo pacto nos da salvación y vida eterna.

Creer que él es nuestro Señor y Salvador personal.

Creer que él ha tomado todo el castigo de nuestros pecados pasados, presentes y futuros, y por eso el Padre hoy ya no se acuerda de ese pecado, porque ese pecado y la muerte que conllevaban, ya fueron vencidas por su Hijo en la cruz.

(NVI) Efesios 1:7 “En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia.”

A nosotros nos toca creer que todo lo que él hizo en la cruz, nos convirtió en justos y esa justicia es la que nos hace merecedores de su permanente favor inmerecido.

(RVR60) 2ª Corintios 5:21 “21Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

De lo que se acuerda el Padre

De eso se acuerda el Padre, de la victoria de su Hijo en la cruz, que nos hace justos y como justos, nos hace receptores de todo el bien de su casa y de su corazón, nos hace receptores de su permanente favor inmerecido.

Esa es nuestra parte en el nuevo pacto de la gracia.

¿Ahora se da cuenta de por qué puede usted recibir todo el favor de Dios en todo tiempo? Porque “detrás de bambalinas” Jesús está haciendo las cosas bien para merezcas todas sus bendiciones, aunque falles de vez en vez.

           

VI         MINISTRACIÓN

Amado, si esto no lo enamora de Cristo, será que le aun falte que Dios le abra los ojos a su gracia, pídaselo, porque se está perdiendo de vivir el mejor tiempo de su vida bajo el pacto permanente de su favor inmerecido.

Amén.

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